Por Enrique Hidalgo Mellanes
El poeta se sienta sobre una piedra. Mira sus manos y sonríe. El poeta percibe el olor de la tierra. Mira la tierra de sus ancestros, de los padres- madres, los señores de las montañas y de los espíritus de la tierra. Él sabe que en esta tierra en donde ahora se siente alegre, será enterrado.
*Texto leído en el Congreso Internacional de Poesía y Poética, organizado por la Maestría en Letras Mexicanas de la BUAP en Puebla, Puebla. Noviembre del 2005.
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